Etapa de corto recorrido, 18,5 kilómetros, que ha servido de alivio a las ampollas de mis pies. El diablo del Cierzo patrullaba la frontera entre Navarra y la Rioja, pero le hemos dado esquinazo nada más entrar en la ciudad riojana.
El albergue es completamente nuevo; así pues, la ducha ha resultado una delicia, y el sueño de esta noche será una maravilla. Una de las ampollas sigue drenando agua, las otras tres ofrecen buen aspecto.
Mañana, jornada de descanso, que voy a aprovechar para que un médico eche un vistazo a mis pies y para comprar una chaqueta nueva, el viejo plumón que llevo ya no me protege adecuadamente ante las inclemencias del tiempo.
A eso de las 7 de la tarde, Pepe, uno de los dos hermanos madrileños con el que compartía el camino, ha subido a un autobus con destino Madrid. No disponía de más tiempo para andar, ha seguido el plan trazado por ambos hermanos. Pepe, al saber que su hermano Carlos viajaba sólo a Rincesvalles para hacer el camino de Santiago, decidió perdirse unos días de fiesta para acompañarlo en sus primeras etapas. Ahora, Carlos está con una rodilla sobrecargada y no sabe si podrá continuar conmigo el sábado, pero de momento se queda, en la confianza de que así será.
Mañana no habrá post, puesto que no camino.
viernes, 26 de febrero de 2010
6 etapa Torres del Rio-Logroño
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