sábado, 27 de febrero de 2010

7° etapa Logroño-Ventosa

He recortado esta etapa, inicialmente de 30 kilómetros hasta Najera, a sólo 20. Mis pies, con los talones llagados, no dan para mucho más y no quiero forzar la marcha para darles tiempo a recuperarse.
Al llegar al albergue he tenido que vaciar una de las ampollas e inyectar betadine en el interior; ha resultado el metodo que las cura más deprisa. Pasado un rato, he abierto la piel un poquito, para drenar el desinfectante, y he dejado los pies desnudos para que curen sin cubrir.
Carlos, mi eventual compañero de viaje, sigue arrastrando sobrecarga en la rodilla. Al punto de salida de Logroño, ha podido comprar una rodillera en una farmacia y, por fin, ha disfrutado del viaje.
La ruta se ha desarrollado en camino llano y ámplio, surfeando entre viñedos i paralelos a la autovía de Burgos casi todo el tiempo.
Tal vez, lo más destacado del día sea el propio Logroño, ademas de las típicas patatas a la riojana que han conseguido que olvidase por un rato el tremendo y perverso dolor en los talones.
Me temo qu mañana seguiré igual, por lo que hemos decidido convertir dos etapas en tres. Aún así, cubriremos algo más de 60 kilómetros.
La famosa tormenta perfecta, que anunciaban para hoy en estas tierras, no se ha atrevido a presentarse al duelo por el dominio del camino.




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