sábado, 6 de marzo de 2010

13° etapa Burgos-Hornillos del Camino

Etapa aburrida y solitaria en la extensa y dormida meseta castellana. Largos caminos de carretero disfrazados de oasis en cada loma, aunque siguen estando igual de desnudos tras cada una de ellas.
21,5 kilómetros de indomita soledad. El diablo tras cada piedra, tentando al abandono por desidia. Contra esa soledad y el aliento gélido de castilla, sólo resta apretar los dientes, entornar los ojos y olvidar que has visto pasar un autobus en algun asfalto lejano.
Sí, he echado de menos a Carlos, mi compañero circunstancial de viaje. Espero que en Burgos haya encontrado el espacio que parece necesitar. Si me llama, le esperaré para continuar juntos hasta el fin de la tierra firme del apostol. Mientras, únicamente queda dejarse llevar por la corriente.
A lo largo de las etapas, se observa una dejadez de los lugareños hacia los que peregrinamos que, ademas de solo, te hace sentir desamparado. En esta etapa no hay bares ni tiendas más allá de Tardajos. Está todo cerrado a la espera de las epocas de peregrinage masivo, por lo que para almorzar o comprar viandas, hay que parar en Tardajos, si se viaja en invierno claro.
Una vez finalizada la etapa, a la entrada de Hornillos, la única tendera de todo el pueblo me ha hecho un bocadillo de queso y me ha dejado una silla en la que poder descansar mientras lo comía, con todo a la espera de la apertura del albergue, que era, religiosamente a las 14:00. Una vez dentro, el frío te sobrecoge como al ver una película de terror, y el olor a humedad inunda tus entrañas, pero no hay nada más en 20 kilómetros de tapa dura. Dificil noche la que estoy por pasar.
Ah!! Debo decir, con toda la ilusión de un escritor en proceso creativo, que por fin he encontrado un joven diablo digno y, tal vez, tambien un ángel...

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